4 de marzo de 2020.
MIÉRCOLES I DEL TIEMPO DE CUARESMA.
CICLO A
¡Paz y bien!

Evangelio según san Lucas 11, 29-32.

En aquel tiempo, la gente se apiñaba alrededor de Jesús,
y él se puso a decirles:
«Esta generación es una generación perversa. Pide un signo, pero no se le dará más signo que el signo de Jonás. Pues como Jonás fue un signo para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del hombre para esta generación.




La reina del Sur se levantará en el juicio contra los hombres de esta generación y hará que los condenen, porque ella vino desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón.
Los hombres de Nínive se alzarán en el juicio contra esta generación y harán que la condenen; porque ellos se convirtieron con la proclamación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás».


    ¡Buenos días!

Hoy, Mateo nos pone ante una situación que se da en nuestra propia vida día tras día. ¿Quién no le ha pedido a dios, en más de una ocasión, alguna señal para que podamos creer más o tener la certeza de que estamos actuando bien? ¿No se trata esto de una falta de fe y de una incapacidad para ver las señales que Dios nos manda y nos ha mandado cada día?

En el evangelio vemos como Nínive, un pueblo que se dejaba llevar por la violencia, le pide a Dios un signo que afiance su fe y les lleve de una manera más directa y clara a la conversión, sin tener mucho en cuenta aquello de los que les está hablando Jonás, quien ha recibido de Dios la tarea de llevar a su pueblo a la conversión. Nosotros, hoy, también, estamos llamados a nuestra conversión y ayudar a Jesús a que nuestros prójimos se conviertan ¿qué signos necesitamos para llevar todo esto a cabo? Como he dicho anteriormente ¿no tenemos bastante con el ejemplo y las palabras de Cristo?

Hoy, Jesús habla ante la gente que pide una señal de Dios para convertirse y creer, les dice que no habrá más señal que la de Jonás, el camino de un radical cambio de vida es lo que abre el camino a Dios. Para llevar a cabo una buena conversión del corazón se requiere un cambio de pensamiento y actitudes. La conversión no es un camino de comodidad, al contrario, incomoda, pero realiza la plenitud que buscamos en Dios. Y eso debe ser para nosotros este tiempo de Cuaresma. Un tiempo de trabajo personal e interior que nos lleve a encontrarnos con nosotros mismos para mejoras nuestra vida y entrega a Dios de modo que podamos abrirnos y entregarnos a su voluntad.
Jesús no quiere contentar a sus oyentes, los pone en un brete para que asuman una vida comprometida con Dios. Dios no es un juego. Al contrario, implica la vida entera. Si ante la violencia de Nínive, la señal de Jonás fue suficiente para despertar la compasión de Dios, las señales que da Jesús con su palabra y sus signos son más que evidentes, y Jesús está por encima del profeta Jonás, es el Hijo de Dios. ¿Por qué nos cuesta tanto creer en ellos? ¿No será que si no se acomodan a lo que queremos en cada momento no nos sirven? Tenemos que hacer un esfuerzo por reconocer los signos que Cristo nos ha dado con su vida y concienciarnos que no debemos pedir más signos que los ya dados.

Vivimos en una época donde existe la violencia personal que se ejerce con la fuerza hacia el otro, también, existe la violencia sistémica que ejerce un grupo o gobierno, y existe la violencia auto-infringida. Es cierto que la sociedad ejerce una presión para que estos tipos de violencia no se den, presión que a veces es infructuosa.
Una señal de cambio y conversión frente a la violencia, son las pautas educativas que refuerzan los comportamientos pacíficos, la voz de la paz ha de escucharse para que no sea la ira lo único que se manifieste en la sociedad. Pero existe una paz interior que hace despertar las conciencias, y que denuncia todo tipo de violencia como la que proclama Jesús desde su interior. ¿Estamos dispuestos a vivir este cambio en nuestra vida para poder ayudar a la conversión de los demás?

En un día como hoy no podemos olvidarnos de orar por los violentos, por aquellas personas cuyo único recurso de expresión es la ira, para que encuentren en Jesús de Nazaret una posibilidad de cambio interior, que lo conduzcan al respeto por el otro y por la vida.

RECUERDA:

1.- ¿Yo también le pido a Jesús constantes signos que afiancen mi fe?
2.- ¿Estoy viviendo adecuadamente este proceso de conversión que hace una semana comenzó con la Cuaresma?
3.- ¿Ayudo a la conversión de los que me rodean con el ejemplo de mi vida?

¡Ayúdame, Señor, a comprender que el Evangelio no es cuestión de señales sino de confianza!