22 de enero de 2020.
MIÉRCOLES DE LA II SEMANA.
TIEMPO ORDINARIO. CICLO A
5º DÍA DEL OCTAVARIO DE ORACIÓN POR LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS
¡Paz y bien!

Evangelio según san Juan 12, 24-26.

En aquel tiempo Jesús dijo a sus discípulos: en verdad, en verdad os digo que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto. El que ama su vida, la pierde; y el que odia su vida en este mundo, la guardará para una vida eterna. Si alguno me sirve, que me siga, y donde yo esté, allí estará también mi servidor. Si alguno me sirve, el Padre le honrará.
 



    Hoy es día de fiesta. Para los que viven en Valencia ciudad, además, es Solemnidad y por lo tanto precepto. Para los que estamos en otros pueblos, una fiesta para tener en cuenta puesto que el evangelio nos va ayudar a reflexionar, hoy, de una manera muy especial sobre cómo es nuestra entrega. Sí, cómo es la entrega de nuestra vida, no sólo a Dios sino, también, a todos los hombres y mujeres que nos rodean.

    Pero pongámonos en situación. Jesús está hablando con sus apóstoles y está utilizando un símil, una comparación: la del grano de trigo. Si éste no cae en tierra no germinará y por lo tanto no dará fruto ¿qué les está diciendo a sus discípulos? Que si el Hijo del Hombre, osea él, no muere (no cae en tierra) es imposible que dé fruto. Es imposible que el amor venza el mal y la muerte, es imposible que la Vida Eterna que habíamos perdido se restaure de nuevo ¿Lo entendieron sus apóstoles? A la vista de lo acontecido el día de viernes de santo podemos afirmar, sin miedo a equivocarnos, que no.
Si lo hubiesen entendido ¿qué sentido tiene que lo dejasen solo morir en la cruz? ¡ninguno!

    Pero, hoy, tenemos que dar un paso más allá. Porque una vez explicado nosotros sí podemos entenderlo más fácilmente, pero Cristo no quiere quedarse ahí. Con esta parábola Cristo nos está pidiendo algo más. Qué nos está pidiendo: es muy fácil.
¿Os acordáis de aquella otra afirmación que Jesús lanza varias veces a lo largo de su vida y que dice así: “quien quiera guardar su vida la perderá, mientras que aquel que la pierda la ganará”?
Pues bien, esa afirmación y la de hoy son idénticas. Si tu guardas tu vida, si no caes en tierra no puedes dar fruto, con lo que la pierdes. Dicho de una manera más fácil y en castellano llano: si no damos la vida por los demás, si sólo vivimos para nosotros solos, no sólo no daremos fruto sino que perderemos la Vida, la Vida con mayúsculas, la Vida eterna. Así que preguntante: ¿yo pierdo la vida poniéndola en disposición de quien más la necesite?

    Es muy egoísta y un sin sentido estar celebrando la figura de san Vicente, mártir, en el día de hoy y no hacerse esta pregunta. Hoy celebramos a un hombre que entregó su vida por dar a conocer el Evangelio de Cristo. De hecho, llegó a ser diácono, él quería ser ejemplo de Cristo en el mundo. Quería hacer visible con sus actos el amor que Dios nos tiene. Puso a Jesús en el centro de su vida. Tanto es así que no dudó en morir, literalmente, dejó que lo mataran en lugar de renunciar a su fe, a su credo.
Sin embargo, nosotros siempre andamos ocultando nuestra condición de cristianos por miedo a que nos insulten, a que se rían de nosotros, por miedo a que dejen de hablarnos. Nosotros ern lugar de dar nuestra vida por Cristo y por los demás, preferimos vivir tranquilos, vivir bien, a nuestro aire sin tener que involucrarnos, no sólo con la palabra de Dios sino también con las necesidades de los demás.
¿Puedo afirmar que esto es la vida propia de un cristiano? ¿puedo decir que, como el trigo, estoy cayendo en tierra para dar fruto? ¿no será más bien que ando guardando mi vida por miedo a perderla?

Ojalá que el Señor nos dé la fuerza necesaria para pasar nuestra vida poniéndola al servicio de los demás.

RECUERDA:

1.- ¿Pongo la Palabra de Dios en el centro de mi vida?
2.- ¿Antepongo a los demás y sus necesidades a todas las cosas en mi vida?
3.- ¿Qué cosas ajenas a Dios llenan nuestro corazón?

¡Señor, contágianos tu misericordia y prácticas compasivas!