NOCHEBUENA: NACIMIENTO DE JESUCRISTO
24 de diciembre de 2019.
COMIENZA EL TIEMPO DE NAVIDAD
¡Paz y bien!

Evangelio según san Lucas 2, 1-14.

Sucedió en aquellos días que salió un decreto del emperador Augusto, ordenando que se empadronase todo el Imperio.
Este primer empadronamiento se hizo siendo Cirino gobernador de Siria. Y todos iban a empadronarse, cada cual a su ciudad.
También José, por ser de la casa y familia de David, subió desde la ciudad de Nazaret, en Galilea, a la ciudad de David, que se llama Belén, en Judea, para empadronarse con su esposa María, que estaba encinta. Y sucedió que, mientras estaban allí, le llegó a ella el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre, porque no había sitio para ellos en la posada.
En aquella misma región había unos pastores que pasaban la noche al aire libre, velando por turno su rebaño.
De repente un ángel del Señor se les presentó; la gloria del Señor los envolvió de claridad, y se llenaron de gran temor.
El ángel les dijo:
«No temáis, os anuncio una buena noticia que será de gran alegría para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor. Y aquí tenéis la señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.»
De pronto, en torno al ángel, apareció una legión del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo:
«Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad».


    ¡Ya ha llegado el momento más esperado por todos! Dios, el mismo Dios que creó el universo, al hombre y a la mujer. El mismo Dios que nos da la vida, que nos salva, ¡SE HE HECHO HOMBRE EN JESUCRISTO! ¿No es fantástico tener un Dios que amor se hace uno de nosotros para salvarnos? ¿No nos damos cuenta de cuánto valemos para Él que pudiendo no sufrir, decide hacerlo para que nosotros no lo hagamos? ¿No nos damos cuenta de que esto es lo más grande que a ningún ser humano le puede ocurrir? ¿En qué estamos pensando para no ponernos manos a la obra y cambiar nuestro estilo de vida? ¿Qué más tiene que demostrarnos Dios para que le abramos de par en par nuestro corazón y permitamos que habite en él de una vez para siempre?

    Todas estas preguntas me las hago, horas antes de la Navidad porque jamás he tenido por parte de nadie una muestra de amor tan grande. Y no me pone orgulloso… bueno sí. Me enorgullece pensar que Dios me ama tanto que da la vida por mí. Me enorgullece el hecho de pensar que Dios me ha permitido conocerle y seguirle, pero al mismo tiempo, me entristece. Me entristece pensar que yo, a pesar de conocer todo el amor que Dios me tiene, sigo pensando más en mí que en él. Sigo reprochándole que no me dé lo que yo le pida en cada momento. Me entristece pensar que podría darlo todo él y sin embargo me reservo para mí ¡así no tiene sentido celebrar la Navidad!

    Pero hoy no es día de lamentos, hoy es día de ponerse en camino. Hemos preparado nuestro corazón en este tiempo de adviento para algo. Ese algo es permitir que a partir de esta noche, Cristo habite en nosotros de una vez para siempre. De modo que transforme nuestra vida. Haga de nosotros hombres y mujeres nuevos capaces de amarle tanto que, al igual que Él hace esta noche, nosotros, también, nos neguemos a nosotros mismos y nos demos a quienes más nos necesitan.

    Fijaos, ante la tiranía del Emperador que necesita que todo el mundo se empadrone para poder controlar sus vidas y someterlos a sus leyes abusivas, Dios viene a nuestro encuentro para liberarnos de todo tipo de esclavitud. Para darnos la libertad y la dignidad que debemos tener como hijos suyos que somos. Ese es el Dios que hoy se hace hombre. Un Dios cuya guardia pretoriana son pastores, la gente más humilde de la sociedad del momento. Aquellas personas pobres que por el hecho de su situación social no tenían dignidad alguna. Su palacio desde el que nos quiere hacer libres es un establo, frente a los lujosos palacios del emperador con guardias en todos los lados para venir a someter a su autoridad… En definitiva, nuestro Dios quiere que todos seamos libres y dignos. Quiere que todos vivamos según las leyes propias y naturales del amor y eso no solamente lo quiere para nosotros, sino que Él también lo vive así en Cristo Jesús, mediante el cual se hace carne. ¡Este es el verdadero sentido de la Navidad!

Ojalá que a partir de hoy abramos nuestro corazón a la CARIDAD y MISERICORDIA HECHA CARNE. Ojalá que cada día nuestra vida se parezca un poco más a la suya, de manera que en nosotros, en nuestras palabras y actos también se encarne cada día la CARIDAD y la MISERICORDIA que hoy vienen a nuestro encuentro.

¡FELIZ NAVIDAD!

Hilario Javier