30 de enero de 2020.
JUEVES DE LA III SEMANA.
TIEMPO ORDINARIO. CICLO A
¡Paz y bien!

Evangelio según san Marcos 4, 21-25.

En aquel tiempo, Jesús dijo al gentío:
«¿Se trae la lámpara para meterla debajo del celemín o debajo de la cama?, ¿no es para ponerla en el candelero? No hay nada escondido, sino para que sea descubierto; no hay nada oculto, sino para que salga a la luz. El que tenga oídos para oír, que oiga».


Les dijo también:
«Atención a lo que estáis oyendo: la medida que uséis la usarán con vosotros, y con creces. Porque al que tiene se le dará, y al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene».
 


Hoy, Marcos nos trae un discurso de Jesús que conocemos como el discurso de la parábola de la lámpara. Un discurso que no sólo nos habla del Reino de Dios sino que nos pide, nos exige un estilo de vida coherente con la fe que decimos profesar. Por lo tanto es un texto que si, verdaderamente, lo escuchamos y lo meditamos en nuestro corazón nos llevará a darnos cuenta que nosotros también solemos esconder esa Palabra de Dios.

El discurso nos presenta una imagen de Jesús que a mí verdaderamente me encanta: un Jesús que desde el respeto y la empatía es irónico. Siempre he pensado que el sentido del humor y la ironía sana, sin doblez ni “mala baba” es propia de la gente inteligente. Cristo lo era y por eso es portador de una fina ironía que lejos de dañar nos hace darnos cuenta de cómo actuamos cuando nos dejamos llevar por el pecado.

Digo lo de la ironía porque el ejemplo que nos pone Jesús, cuanto menos, llega a alcanzar la ridiculez: ¿quién enciende una lampara para guardarla y que no dé luz a pesar de estar encendida?
Está claro que Jesús está haciendo referencia a la fuerza que tiene su Palabra, a esa fuerza interna y expansiva de la Palabra de Dios que es como una luz potente que no se puede esconder. Con lo que Jesús nos está Interpelando, sin duda alguna, sobre la responsabilidad que tenemos de dejar pasar la luz de Su Palabra a través de nuestra vida y de nuestro testimonio. Pero acaso algunas veces ¿no tenemos la tentación de esconderla bajo el celemín del tener, de nuestros intereses, de nuestras apetencias y de nuestros egoísmos y vanidades? ¿no tenemos la tentación de poner su Palabra bajo la cama de la comodidad, la instalación en nuestras rutinas...? ¿No será que, a pesar de ser ridícula la situación de encender una lámpara para esconderla simultáneamente, nosotros caemos en ese error movidos por nuestras debilidades y pecados? Dicho de otra manera ¡muchas veces no damos ejemplo ni vivimos una vida coherente con nuestra fe cristiana! Y sí, nos dejamos llevar por nuestros placeres, orgullos, satisfacciones, gustos, voluntades, comodidades… y ese largo etcétera que nos aleja de la voluntad de Dios y de ser luz para los que caminan a nuestro alrededor.

    «El que tenga oídos para oír, que oiga». Nos dice Jesús a continuación. ¡NO ES UNA AMENAZA! Si Dios es amor JAMÁS PUEDE AMENAZAR. Es una llamada de atención para que estemos atentos, para que prestemos atención a aquello que nos está pidiendo: que seamos luz en medio de nuestro mundo que ilumine a los demás. Algo que debe parecernos maravilloso, como siempre digo, porque significa ser ayudantes del Señor y eso… eso, a mí, me parece la tarea más admirable que cualquier ser humano puede tener encomendada en su vida: ser ayudante del Amor Hermoso.
    Pero además nos pide que prestemos atención porque «la medida que uséis la usarán con vosotros, y con creces». Es decir, Jesús no está recordando que todo lo que aporte a mi entorno, a la sociedad, de comprensión, de capacidad de reconciliación, de serenidad y esfuerzo para evitar todo rechazo o discriminación, eso me revertirá; porque en el amor, en la entrega, y en la generosidad, cuando más se da, más se posee. Por lo tanto, preguntante en el día de hoy: ¿Acepto el reto de dar? Porque, como dice Jesús, “al que tiene se le dará”.

No cabe duda de que, con mucho sentido del humor e ironía, en este pasaje, Cristo nos brinda un espacio para poner a punto nuestra responsabilidad, compromiso e implicación en el anuncio del Reino. Ser luz hoy frente a tanta sombra y oscuridad. Apostar por la cultura de la vida, de la paz, del amor ¡no dejes pasar esta oportunidad! ¡Dios que todo lo puede, quiere necesitar de ti!


RECUERDA:

1.- ¿Escuchamos la Palabra de Dios para no ponerla en práctica como aquella persona que enciende una lámpara para guardarla encendida y no servirse de su luz?
2.- ¿Ilumino el camino de los que me rodean o más bien les llevo por la oscuridad y las tinieblas?
3.- ¿Acepto el reto que Jesús me pone delante hoy?

¡Ayúdanos, Señor, a ser ejemplos de Vida, Paz y Amor para los demás! ¡Ayúdanos a ser luz para los pasos de nuestras hermanas y hermanos!