25 de enero de 2020.
SÁBADO DE LA II SEMANA.
TIEMPO ORDINARIO. CICLO A
ÚLTIMO DÍA DEL OCTAVARIO DE ORACIÓN POR LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS
¡Paz y bien!
Evangelio según san Marcos 16, 15-18.
En aquel tiempo, Jesús se apareció a los once y les dijo:
«Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación.
El que crea y sea bautizado se salvará; el que no crea será condenado.
A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos».
«… Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación…» dice el Evangelio.
¡Buenos días! Si ayer hablamos de la elección de los discípulos por parte de Jesús y del seguimiento por parte de estos, hoy el Evangelio nos dice cuál debe ser nuestra función como seguidores de Cristo: Anunciar su Evangelio ¿no es fantástico ser portadores de un mensaje de amor, misericordia, perdón y esperanza como lo es el Evangelio de Cristo? ¿o es que posiblemente nosotros no vivimos el mensaje de Cristo de esta manera? ¿Cómo vives tú la Palabra de Dios en tu vida? Sería lo primero que deberíamos preguntarnos en el día de hoy. Como siempre decimos, dependiendo de la experiencia de Dios que cada uno tenga en su propia vida así será su testimonio a los demás.
Hoy celebramos la conversión de san Pablo. Ese apóstol que pasó de ser perseguidor de cristianos y darle muerte, por creer en Jesús, a ser perseguido y morir, él, por dar testimonio del nombre de Jesús, por creer fielmente en Aquél que nos devolvió la vida. ¿nosotros creemos en Jesús de la misma manera que Pablo?
Como podemos ver las preguntas que lanzo hoy van todas dirigidas a nuestra experiencia de fe. Tener una fiesta como la de hoy tiene que ser un motivo para nosotros de alegría, pues aunque reconocemos que nuestra fe tiene fisuras y no es tan fuerte como la del santo cuya conversión hoy estamos celebrando, se nos abre un futuro esperanzador: cada día es un nuevo momento, una nueva oportunidad de convertir nuestra vida en el mero y puros seguimiento a Cristo, en ese lugar de encuentro donde nos encontremos con el autor de la Vida para poder convertirnos nosotros, también, en esos otros “cristos” que sean capaces de amar como él amó, de dar la vida como él la dio: muriendo por nuestra salvación.
No podemos sentirnos tristes por no ser fieles seguidores de Cristo. Debemos asumirlo con total humildad para desde ahí ponernos en camino y ser verdaderos portadores de ese Evangelio que Cristo nos pide hoy que acerquemos a los demás, a todos los que nos rodean. Mañana celebraremos el día de la Infancia Misionera, ese día en el que nos volcamos por enseñar a los más pequeños que ellos también, desde su realidad, tienen que ayudar a sus amigos a conocer a Jesús ¿cómo vamos a enseñarles esto si nosotros somos también incapaces de hacerlo?
Por eso, hoy, es un día de alegría porque desde nuestro examen de conciencia diario vamos a poner en “jaque” qué cosas nos alejan de la conversión para poder llevarla a cabo y poder ser seguidores de Cristo y portadores de este mensaje de misericordia, amor y esperanza que es el Evangelio de Cristo.
Hoy es un día para recordar que creer no es sino ver el mundo y a los hombres con los ojos de Dios. Pero necesitamos, como los apóstoles, experimentar la Pascua como un verdadero acontecimiento de Salvación. Contamos con la Gracia, pero a veces nuestra dureza de corazón y nuestros miedos nos atemorizan. Jesús está con nosotros, compartimos su mesa, comemos y bebemos su Cuerpo y su Sangre y somos enviados cada domingo a hacer Vida lo que hemos experimentado con nuestros hermanos los hombres. Solo así llegarán los signos, los milagros, la evidencia de que el Reino ya está entre nosotros ¿seremos capaces de aceptar este maravilloso reto que llena la vida de los demás?
RECUERDA:
1.- ¿Soy mensajero de Cristo en medio de mi mundo?
2.- ¿Qué experiencia tengo yo de Dios?
3.- ¿Estoy dispuesto a llevar una vida acorde a la voluntad de Dios? ¿Qué me lo impide?
¡Ayúdanos, Señor, a estar atentos a la vida y a comprometernos contigo en el cuidado de los más frágiles y amenazados de nuestro mundo!