Sábado 21 de diciembre de 2019.
III semaa. Tiempo de Adviento - Ciclo A - Año par
FERÍA MAYOR DEL ADVIENTO.
¡Paz y bien!

¡Oh SOL que naces de lo alto, Resplandor de la luz eterna, Sol de justicia cuyos rayos, desde el vientre de María, alegraron a Juan antes de nacer: ven ahora a iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte!


Evangelio según san Lucas 1, 39-45

En aquellos días, María se levantó y puso en camino de prisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y, levantando la voz exclamó:
«¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!
¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Pues, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá».



Tras las tres anunciaciones que hemos vivido estos días: José, Zacarías y María, vemos como esta última va, hoy, a visitar a su prima Isabel. Una visita que nos llena de ternura, de amor y de alegría si verdaderamente lo contemplamos con “ojos de adviento”, esto es, en clave de esa espera dichosa y alegre que debería tenernos invadidos por completo ya a estas alturas de este tiempo litúrgico que está dando sus últimos coletazos.

Siempre hemos dicho que la esperanza y la alegría deben reinar en nuestras vidas en estos días previos a la Navidad. Unos días donde nos preparamos para la venida del Hijo de Dios, una venida que nos llena de Vida, que nos colma de Bendiciones y que nos salvará del pecado y sus consecuencias en nuestras vidas. Por eso el evangelio, de esta mañana, nos invita a preguntarnos CÓMO ESTAMOS VIVIENDO INTERIORMENTE ESTE TIEMPO DE ADVIENTO.

Depende de cómo vivas este tiempo de espera, así vivirás la Navidad que ya se acerca. ¿Te has fijado en la alegría que siente Isabel cuando su prima, la Virgen María, va a visitarla? Debemos ponernos en contexto; María estaba embarazada, pero esta situación no le importa para ponerse en camino (en aquella época) y andar la distancia necesaria para ir a visitar a su prima. Y no le importa porque sabe que es la portadora de una buena noticia que llenará de vida a Isabel, tanto es así que cuando Isabel ve a María, una criatura “saltó” en el interior de su vientre. María una vez más es capaz de mirar las necesidades de los demás, es capaz de anteponer la voluntad de Dios en su vida y se olvida de sí misma, de lo que posiblemente, en su estado, hubiese sido más cómodo. María vuelve a hacer una vez más la voluntad de Dios en su vida.

Por todo esto, nosotros debemos aprovechar este tiempo de adviento. Porque en muchas ocasiones se nos olvida que lo primero no tengo que ser yo mismo, ni mis problemas, ni todo aquello que me envuelve. Lo primero tiene que ser hacer la voluntad de Dios en mi vida y socorrer a los demás en su necesidad. Y eso es lo que me propone este tiempo de adviento, que me limpie de mis egoísmos que deje de lado ese “yoismo” que sólo me lleva encontrarme conmigo mismo y que sea capaz de llevar una vida de completa donación: tanto a la Palabra de Dios como a las necesidades de mis prójimos.

Pero además este tiempo, deben ser unos días de inmensa alegría. Fijaos en Isabel, no puede contener la emoción cuando ve a María. Eso le lleva a expresar una de las frases más hermosas de la Sagrada Escritura: “¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre!
Isabel da gloria y bendice a Dios, en concreto en la figura de Jesús, pero también bendice a María porque sabe que, gracias a ella, Dios puede hacerse hombre entre nosotros.
Por lo tanto, pregúntate, hoy, tú también: ¿reconozco la figura de María como la más fiel intercesora entre Dios y cada uno de nosotros? No olvides: “A Jesús, siempre, por María”. Ella es nuestra mejor aliada para vivir este adviento en clave de alegría y de esperanza teniendo la certeza de que, gracias a su mediación, llegaremos a la conversión que necesitamos para vivir una Navidad definitiva en nuestra vida de vida, de manera, que alberguemos para siempre a Jesús en nuestro corazón.

Tenemos que abrir nuestros corazones a la venida de Dios hecho hombre y volver a renacer con espíritu abierto al amor entre todos los hermanos y, como Isabel, proclamar a los cuatro vientos que el Señor está siempre con nosotros.


Recuerda:
1.- ¿Nos sentimos movidos por el espíritu para mantener una espera ilusionada?
2.- ¿La rutina de cada mes de diciembre es más fuerte que este tiempo de espera y por lo tanto acabas viviendo unas fiestas más, como otras cualquiera, en la que nos machacan con mensajes propios del consumismo llegando, en muchas ocasiones a la frivolidad, de unas fechas que deberían ser especiales?
3.- ¿No te ilusiona el hecho de saber que tienes una nueva oportunidad para mejorar todas aquellas cosas que no has hecho bien?


¡Aclamad, justos, al Señor; cantadle un cántico nuevo!
¡Feliz Adviento!
Hilario Javier