29 de abril de 2020.
MIÉRCOLES III DEL
TIEMPO DE PASCUA
CICLO A
FIESTA DE SANTA
CATALINA DE SIENA, VIRGEN Y DOCTORA DE LA IGLESIA, PATRONA DE EUROPA.
¡Paz
y bien!
Del
Santo Evangelio según san Mateo (Mt. 11, 25-30)
En aquel tiempo, tomó la palabra Jesús y
dijo:
«Te doy gracias, Padre, Señor del cielo
y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y
se las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, así te ha parecido bien.
Todo me ha sido entregado por mi Padre,
y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y
aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Venid a mí todos los que estáis cansados
y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí,
que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras
almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».
Día número
cuarenta y seis de confinamiento. ¡AVANZAMOS! Ya queda un día menos. “Venid
a mí todos los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré”. Escuchar
estas palabras tras todos estos días que llevamos encerrados en casa, tras las
muertes que estamos padeciendo, la pandemia que estamos viviendo, el caos
financiero que se nos acerca, etc. tienen que ser para nosotros un motivo de
esperanza porque sabemos que no estamos caminando solos. Que caminamos unidos a
Aquel que tanto nos ama, que mandó a su hijo por nuestra salvación y que venció
la muerte para que nosotros no sucumbiésemos a ella. Dios no nos abandona
jamás, de hecho, nos pide que acudamos a Él siempre y en todas las
circunstancias. Sigamos adelante sin desfallecer porque nada ni nadie puede
separarnos de su infinita misericordia. ¡Ánimo que todo esto lo podemos con el
Señor! Y como digo cada día pidamos y recemos por aquellos que peor lo están
pasando en la actualidad, por todos aquellos que han fallecido y por los que
siguen, de manera imparable, trabajando por nuestro bien.
Hacemos,
hoy, un alto en el discurso del Pan de Vida que Cristo está pronunciando en
estos días y que podemos seguir gracias a la lectura del Evangelio de san Juan
y disfrutamos, en esta ocasión de san Mateo. Hoy es la fiesta de santa Catalina
de Siena, virgen y doctora de la Iglesia que nos deja como legado una vida,
totalmente, entregada a la voluntad de Dios, además de valiosos escritos donde
se deja ver no sólo su cercanía a Jesús sino su vasto conocimiento sobre él. Un
conocimiento que le llevará a saber abandonarse a sus manos con fe profunda y
fidelidad constante a lo largo de su vida. Un conocimiento como el que el
evangelio de hoy quiere dejar claro en nosotros para que podamos vivir
plenamente abandonados a las manos de Aquél de quien sabemos que “bien nos
ama”. Fue una incansable luchadora de la unidad de la Iglesia dividida entre
Roma y Aviñón, lográndolo por su íntima convicción y confianza en Jesús.
Conocer a Cristo, como decíamos ayer, nos lleva a reconocerle
como el Pan nuestro de cada día, como nuestro alimento no sólo corporal sino,
también, espiritual. Pero, además, se nos propone en esta ocasión como el lugar
de nuestro descanso, como el lugar donde podemos reparar nuestras fuerzas. La
petición de Jesús es muy expresa: “Venid a mi todos los que estáis cansados
y agobiados y yo os aliviaré”. ¿No es esperanzador y tranquilizador saber
que Dios está esperando que recurramos a él para poder descansar? ¿No te hace
feliz, plenamente feliz, saber que Dios no nos abandona nunca incluso aunque
nos cueste verlo en los momentos más difíciles de nuestra vida? Si esto es así
¿por qué nos cuesta tanto confiar en estas palabras que hoy nos da? ¿por qué
dudamos de su presencia en medio de nosotros cuando las cosas no van todo lo
bien que desearíamos?
En
el evangelio encontramos la respuesta. Él, que ha escondido estas cosas a los
sabios y entendidos, termina mostrándoselas a quienes sabiéndose pequeños y
necesitados de su presencia y de su ayuda, saben confiar, esperar. ¿Podemos
considerarnos nosotros unos de esos afortunados a quien Dios le ha revelado
todas estas cosas? ¡SÍ! Sí porque tenemos experiencia de Dios en nuestra vida.
¿Por qué, entonces, nos cuesta confiar en él? ¿No nos damos cuenta que Jesús es
una Buena Noticia para los cansados y agobiados si vamos hacia Él? Hoy Cristo
nos invita, no nos fuerza a ir hacia su hombro amigo, donde encontraremos el
descanso necesario para nuestro cansancio y agobio ¿qué necesitas para ponerte
en camino?
Jesús
es yugo llevadero y carga ligera. Por eso suele decirse y es verdad: Dios no da
más cargas que las que podamos soportar. Sabe de nuestras fortalezas y de
nuestras debilidades; pero sabe también que Él tiene parte en ellas y no
abandona a los suyos.
Él nos conoce y por eso se
muestra como el que arrima el hombro, la palabra animosa, el silencio
respetuoso. Él es el salvador que levanta a cada uno que a Él acude desde la
postración y la experiencia del necesitado de ayuda. Esa debe ser nuestra
actitud pascual, la de la sensatez, la de la confianza, la de quien pone los
ojos en quien inspira toda la confianza y no en otros que llenan de promesas su
boca y al final nada hacen. ¿No nos damos cuenta que acabamos confiando más en
“charlatanes” que en el mismo Dios que es Palabra de Vida Eterna? Si esto nos
ocurre ¿qué testimonio podemos dar de Dios en nuestra vida si vivimos en un
constante desconcierto por no confiar plenamente en Él? ¿Por qué no nos
abandonamos, de una vez para siempre, a su voluntad y vivimos la verdadera
alegría pascual en nuestra vida todos los días del año? ¿no nos damos cuenta
que sería no sólo la mejor manera sino la más sensata de pasar este tiempo
durísimo de pandemia?
No
se trata tan solo de que acudamos solamente a Él para que nos ayude y ponga su
hombro, sino de que nosotros seamos continuadores de esa actitud. Se trata
también, no podemos olvidarlo, de poner, nosotros también, nuestro hombro, toda
nuestra ayuda para que otros se apoyen y encuentren el consuelo anhelado. Todo
aquello que hagamos por otros es justo lo que da sentido a nuestra vida. ¿Qué
esperamos, pues, para convertirnos en ese “yugo llevadero y carga ligera” para
cuantos nos rodean? ¿No es esto ser imagen, testigos y testimonio de Cristo?
RECUERDA:
Jesús es la revelación de Dios en la historia de la humanidad,
su voluntad hecha Palabra y Obra concreta y cotidiana. Por eso, para
adentrarnos en el conocimiento de Dios es necesario adentrarnos en el conocimiento
interno de Cristo, de modo que todas nuestras obras queden impregnadas de
Evangelio. Jesús es nuestro camino para llegar a Dios y no quiere que nos
quedemos sin ese abrazo del Padre. Esto es precisamente lo que debemos vivir
nosotros y hacer vivir a los demás. Estamos llamados a hacerlo en el lenguaje
de la gente más sencilla de nuestros ambientes, con palabras y obras que sean
entendidas en el día a día. Jesús no da a nadie por perdido y nos busca siempre
para que gocemos de su presencia ¿vamos a permitir que otros se pierdan esta
presencia de Cristo en sus vidas?
1.- ¿Cómo
estoy viviendo este tiempo de Pascua?
2.- ¿Descanso
en Cristo ante mis problemas? ¿Acudo a él cuando estoy cansado y agobiado o
busco otros lugares, otras cosas y personas en las que apoyarme?
3.- ¿Soy
ese hombre cercano, necesario y reconfortante para quienes me rodean?
¡Ayúdame, Señor, a tener
un conocimiento interno de ti para anunciar con mi vida que nadie queda fuera
de tu brazo y de tu misericordia!